Llegada a la Academia {Libre}

Nanna recién llegaba a la afamada Academia del Reino Unido y co. Ya se había dirigido al vestíbulo, pero un alumno le recomendó abandonar al ave que traía consigo, salió del edificio, y se quedo parada en la entrada.

Aún traía sus maletas consigo y a su pequeño puffin en sus brazos. Parecía que no admitían animales, para su desgracia. Apenas había llegado y ya traía un problema consigo, obviamente no abandonaría a su querido puffin, se sentó en las escaleras de la entrada al edificio a pensar alguna solución para su pequeña ave, quien solo la miraba confundida. Se quedó ahí, con su rostro agachado, mirando el suelo, casi al borde del llanto.

Distraído en su mundo descubrió a la linda damisela sentada en las escaleras. Aquella actitud triste le tocó un poco la vena sensible y se acercó, sentandose a su lado.

- ¿Hay algo malo?- dijo calmado, intentando no alterarla.

Pudo sentir como alguien se sentaba a su lado, abrazo un poco más fuerte a su pequeña ave, y escuchó que esa persona le preguntaba sobre su situación; Nanna lentamente lo miró pero se sintió un poco intimidada al descubrir que se trataba de un muchacho, de facciones finas y bellas, le recordaba un poco a su hermana.

-Tengo un problema. No se permiten mascotas. –contesto tímidamente, apuntando a su puffin.

Miró el avecilla, que le resultaba MUY familiar, y la acarició. Era una lástima dejar aquel animal fuera, pero el reglamento del instituto lo obligaba. De repente se le ocurrió algo.

- ¿Y si lo escondes?- sugerió.

-Pero, ¿En dónde? -miraba como el joven acariciaba a su pequeña ave, que solo dejaba salir un pequeño silbido de alegria, Nanna se sorprendió un poco ante la reacción del ave, y miró al chico. -¿En mi habitación? -se tomó unos segundos para seguir, le intimidaba el chico, ya que le resultaba atractivo. -¿Y si inspeccionan? -termino con un tono de voz bajo y bajo su mirada hacia el piso de nuevo.

- Hmmm...- murmuró frotandose la barbilla- creo que pasaría perfectamente como un peluche... no es raro encontrar peluches en la habitación de una chica....

La miró de nuevo. Le recordaba un montón a su hermanito.

- Disculpa por no presentarme... Soy Eirík.

-Eirík. Es un placer -extendió su mano para saludarlo- Mi nombre es Nanna, espero que seamos buenos amigos.. -le brindó una pequeña sonrisa.

Le saludó sin sonreír, aunque en el fondo agradecía haberla conocido. Le recordaba muchisimo a su hermano pequeño.

- Y bien.... ¿de dónde vienes,...?- se hacía la idea de que al ser tan blanca y rubia debía venir del Norte, igual que él.

-Vengo de Islandia. -contestó Nanna, recogiendo sus maletas y levantandose de las escaleras- ¿Y tú? También pareces de por allá.

- Noruega- dijo secamente, levantandose también.- ¿te importa si te acompaño? Tengo algo de tiempo libre.

Realmente aquella chica se había ganado su atención, y quería saber mas de ella.

-¿Noruega? -recordó que su hermana tambien provenia de Noruega- ¿No te molesta? Entonces... ¿Podrías ayudarme? -le preguntó apuntando hacia sus maletas.

El chico las ojeó, la verdad es que era bastante débil físicamente pero no iba a hacerle un feo a la señorita así que llamó uno de sus trolls para que las subiera por él. El noruego cogió la mas pequeña y empezó a cargarla como pudo.