Suponía que era lo que sucedía cuando estaban en época de exámenes. En lo personal siempre preferiría dormir temprano y levantarse a primera hora para comenzar a estudiar, sintiendo que tendría más tiempo para hacerlo y al mismo tiempo, no se iría desgastando con el pasar de las horas. Pero cuando el tiempo escaseaba, no le quedaba alternativa que reducir el tiempo de sueño y pasarse toda la noche despierto estudiando.
Era por eso que por poco y llegaba tarde a la clase en la cual rendía examen, se había quedado dormido. Llegó de último (por suerte no recibió regaño, probablemente porque era él, y por alguna razón generaba temor entre sus compañeros y hasta profesores), pero afortunadamente no se quedó corto de tiempo y creía haberlo hecho bien con la mayoría de las preguntas.
Satisfecho consigo mismo, fue hacia la cafetería sintiéndose algo cansado, pero feliz.
El menú nunca era muy atractivo, siempre característico de la comida británica. Esta vez tocaba estofado, pero al menos no se veía tan letal como los demás platillos que solían preparar. Le mencionó eso al que le sirvió su bandeja, recibiendo una mirada de pocos amigos que de inmediato pasó a una asustada cuando Iván le soltó una risita de esas características suyas. De inmediato volteó con su bandeja de comida ligeramente menos venenosa que de costumbre y buscó donde sentarse.
Y allí estaba… su problema de siempre. La mayoría de las mesas estaban ocupadas, y las que parecían tener un lugar libre para él se vaciaban repentinamente cuando veían que él se acercaba. Suspiró con un toque de melancolía. Esta vez sólo quedaba una mesa vacía, así que fue hasta el costado de la cafetería, volviendo a esbozar su sonrisa infantil de siempre, y se sentó por su cuenta, disponiéndose a comer.